
Más flaco y fibroso que de costumbre. Así describieron a Ricardo Arjona quienes pudieron compartir parte de su estadía argentina. Primero en Mendoza, donde arribó el pasado sábado 10 de octubre a bordo de su avión privado; a Buenos Aires llegó el domingo 11 y al otro día partió rumbo a Mar del Plata, donde brindó otro recital de los 15 que tiene pensado dar por estos lares.
Con el federalismo a tope, Arjona se presentó y se presentará a lo largo y ancho de la República, pero –eso sí– las noches las pasa siempre en terreno conocido. Nunca duerme fuera de su reducto predilecto; no importa dónde se presente, por las noches el hombre vuelve al Hotel Faena, donde conocen sus gustos a la perfección, ya que en 2006 se alojó allí durante dos meses. Además, es el ámbito ideal para las pretensiones de privacidad del cantautor, un requerimiento sine qua non en su ajustado calendario.
Es fácil, si se pretende ver al autor de “Te conozco” en la plenitud de su buen humor, basta con tenerlo lejos del periodismo y de la gente. Con cierta fama de hosco, el pelilargo mantiene su silueta estilizada lo más alejado posible de los flashes, tanto de fotógrafos como de paparazzis. Es más, los conserjes del Faena tienen la orden estricta de vedarle el acceso a todo aquel que semeje ser reportero. No sea cosa de molestar al divo.
Amor con bajo perfil. Lejos, muy lejos en el tiempo quedaron aquellas épocas de cabellos algo
desgreñados y vestimenta hippie chic, cuando trajinaba la porteña calle Florida guitarra en mano para ganarse unas monedas. Su consagración en la constelación de estrellas de la canción latinoamericana trajo aparejadas ciertas ventajas, como la de viajar con un séquito inseparable de gente, entre quienes están su vestuarista y su asesor de imagen.
Al menos durante los primeros días en la Argentina, no había venido con su pareja, la despampanante modelo venezolana Deisy Arévalo, quien sí lo acompañó en 2006. En mayo circularon unas fotos privadas de Arjona y su novia disfrutando de un safari en Africa junto a los hijos del cantante. “Son fotos que le robaron a mi hija de Facebook de un viaje que planeamos desde hace cuatro años”, declaró muy enojado en una conferencia en México.
Arjona cultiva el bajo perfil en materia de amor. Apenas se sabe que está divorciado de su ex, la boricua Leslie Torres, y esta información circuló porque la ruptura no fue en buenos términos, al menos no legales, ya que el trámite se demoró seis años y medio y se llevó un cuarto de millón de dólares en concepto de abogados.
Ella es la madre de sus dos hijos, Adria, de 17 años, y Ricardo, de 15, y la pareja se había conocido en Buenos Aires y casado en Las Vegas. Cuando presentó la demanda de divorcio, en el año 2002, Leslie declaró que su marido la sometía a abuso emocional, que la había amenazado de muerte e incluso que le había levantado la mano. También que insultaba a sus hijos y que no cuidaba de ellos por estar de gira. Él contraatacó acusándola de alcohólica y de adicta a las pastillas. El fallo se conoció recién en marzo de este año. Se sabe que compartirán la tenencia de sus hijos entre la residencia de él en México D.F. y la de ella en Miami, pero no se conocieron detalles del arreglo económico entre las partes.
Comida peruana, fútbol argentino. La novedad en este viaje es su amor por la comida peruana. Ceviches, chifles y papas a la huancayna ingresaron a la dieta de Arjona, que suele ser bastante conservador a la hora de comer. Si bien no es vegetariano, suele cuidarse al extremo en sus comidas para mantenerse en peso. Come de todo, pero en su justa medida. Quienes lo rodean aseguran que ni siquiera lo imaginan dándose una panzada, mucho menos tomando alcohol como un cosaco. El galán de las palabras edulcoradas se mantiene en forma y vela por su físico. Mide 1,95 metros, e integró la selección de basquetbol de su país, donde conserva el récord de mayor cantidad de puntos anotados en un juego: 78, una cifra que envidiaría el propio Michael Jordan.
A pesar de su fama de basquetbolista, Arjona es fana de todos los deportes. De hecho retrasó una hora su salida a escena en Mendoza para esperar el fin del partido que la Selección jugó frente a Perú. Tele en el camarín y moderado grito de gol agónico, no vaya a ser cosa de perjudicar a las cuerdas vocales. Para compensar a sus fans, los últimos temas del show los hizo con la casaca albiceleste puesta.
Su pasión futbolera lo llevó a organizar su conferencia de prensa en la sala de prensa de la cancha de Boca, una locación nada usual para dicho evento. Por la tarde, se recluyó a ver el partido contra Uruguay. Desde su entorno, comparan el estado pre-conciertos con una concentración futbolística. “Supongo que en su casa debe ser distinto, pero cuando está de gira casi no sale a ningún lado. Es como si estuviera concentrando para jugar”, deslizan alguien que lo acompaña por el Cono Sur. “No grita y se cuida mucho la garganta”, añade. Obsesivo de su cuerpo, apenas baja de la habitación para ir al gimnasio del hotel. Pidió té de miel, frutas frescas y agua mineral para hacer la previa a sus shows. “Se lo vio mucho más flaco y con el cuerpo más trabajado que en otras oportunidades. Más fibroso”, aseguró esa misma persona.
Clic, caja. El músico guatemalteco no se cansa de romper récords. Es que en su última serie de conciertos en el país –año 2006– fue visto por 220 mil personas en la friolera de 34 Luna Park, cifra inalcanzada hasta ahora. Pero esta vez, como parte de un desafío mayor, el cantante decidió cantar en la cancha de Boca, a la que definió como “un teatrotote”.
Al cierre de esta edición, había colmado el estadio Malvinas Argentinas mendocino, donde metió 15 mil personas, que llegaron a abonar hasta 500 pesos por una localidad VIP. En Mar del Plata, el escenario elegido fue el Polideportivo, que también rebosó de fans. Allí las localidades más económicas se vendieron a 180 pesos, y se evaporaron en cuestión de minutos.
En el estadio xeneize la idea inicial era hacer dos shows, pero la demanda obligó a agregar dos funciones más. Las tres primeras presentaciones estaban agotadas al cierre de esta edición, y sólo quedaban algunas pocas localidades para la última. Alrededor de 100 mil personas serán testigos de la gira “5 to. Piso” sólo en Buenos Aires, donde las localidades van desde los 100 hasta los 550 pesos. En Internet, los revendedores piden hasta 1.000 pesos por una ubicación VIP en primera fila. Claro, es que el hombre repite su número más conocido y eficaz, ése en el que invita a una dama del público a sentarse en el escenario y ser deleitada por los versos de “Señora de las cuatro décadas”. Las mujeres mueren en ese momento, y pagan lo que sea por recibir de cerca el susurrante: “su figura ya no es la de los quince, pero el tiempo no sabe marchitar”, casi siempre dedicado a señoras de mucho más que cuatro décadas.
A Ricardo Arjona se lo suele acusar de cursi, de grasa, de fácil. A veces se ironiza sobre los temas a los cuales elige cantarle. Algunos se burlan de sus metáforas; se lo acusa de “mentiroso” por decir lo que las mujeres quieren escuchar. Y quizás todo eso sea verdad, así como también que este guatemalteco es una máquina de vender discos, de explotar estadios y de enamorar mujeres.
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