jueves, 5 de noviembre de 2009

Un instrumento para el placer de las damas

El cantante guatemalteco ofreció un show fastuoso, en el que sus más de 20 mil seguidoras fueron las estrellas.

Son 22 mil mujeres que gritan “sí” y parece que todas las pavas silbadoras de la ciudad se pusieron de acuerdo para hervir en el mismo segundo. “¿Quieren que les cuente el vía crucis de la conquista?”, ha preguntado él, que ya las ganó a todas. De nuevo: sí. Las 22 mil mujeres dejan claro, y muy fuerte, que quieren que Ricardo Arjona les diga todo lo que sufre un hombre para ganárselas, que la única manera es mentirles, pero porque las mujeres (siempre) quieren que les mientan. Ellas son las estrellas de la noche. El artista, apenas un instrumento para el placer de las damas.

La ilusión es perfecta. Arjona lo hizo de nuevo, con los mismos viejos trucos, cada vez mejor usados. El viernes a la noche, en el Estadio Córdoba y tres años después de su última gira maratónica, la escala cordobesa del “Tour 5to Piso” apostó a la monumentalidad, al derroche tecnológico y a darles otra vez con el gusto a las chicas. “Sé que dices que tienes 20 cuando tienes 23... 36”, corrige el cantor y otro grito, esta vez de vocal abierta, le responde como si hubiese encontrado la horma para estirar zapatitos de cristal.

Ellas y... ellos. En la última fila de la última tribuna del estadio, Lucas y Matías, 29 y 27 años, fanáticos de la primera hora, aseguran que son los únicos varones heterosexuales que fueron al concierto sin que los lleve una mujer. Uno dice que todas sus novias terminaron haciéndose fans de Arjona porque en su auto hay 18 CD con sus canciones y que sigue su carrera desde antes de que se convierta en un artista “marketinero”. Su amigo asiente en todo. Están igual de eufóricos que las chicas, pero, a diferencia de ellas, esta noche no tendrán que hacer fila para usar los baños.

Casi una hora después de la hora marcada en las entradas, el show arranca con 5to Piso y la voz en off, grabada, del cantante, que aprovecha la oscuridad del estadio y los ojos puestos en las pantallas de leds para llegar en camioneta hasta el escenario. Un minuto después aparece, con el fondo animado en secuencia urbana, sus nueve músicos distribuidos en una escenografía de barrio bohemio, con edificios, autos, bar y lavadero.

Aparece y canta la primera estrofa de El del espejo. En ese instante, su existencia es una personificación y el efecto se magnifica con cada mínimo gesto de su cuerpazo de basquetbolista. No serán muchos. La tradición de la trova latina de cantautor no se caracteriza por el uso más óptimo de los cuerpos y en esa inmovilidad transcurrirá todo el concierto.

En la platea, el campo y las tribunas, miles de pantallitas de celulares están capturando porciones ínfimas de un show con proporciones de autocine. No se apagarán durante las dos horas y media que durará el espectáculo y sus miles de usuarios habrán pagado mucho dinero para verlo en dos pulgadas. Parte del entretenimiento es capturarlo, dicen, y la virtualidad se reproduce en todos los efectos diseñados para el “Tour 5to Piso” y sus pantallas múltiples. Con ellas logrará la ilusión de cantar una ranchera, Ni tú ni yo, a dúo con Paquita la del barrio; de sobrevolar el mediterráneo o de esperar a que su enamorada salga por un balcón.

Simple honestidad. Sin respiro, casi sin dejar el escenario ni cambiarse de ropa, Arjona repasa todas sus canciones más conocidas, algunas del nuevo disco y se da tiempo para dialogar con el público como si estuviera en un café y en la mesa no hubiera más de tres personas. Así de cálido, de honesto y de simple es el modo que eligió para entregarse y de la misma manera presentó sus hits, con mucho protagonismo para la orquesta y repertorio más frondoso que variado.

“¿Es posible que demasiadas canciones suenen iguales?”, pregunta un marido impaciente y la respuesta quedará en el aire, atontada por los relámpagos de flashes que no cesan en toda la noche. Su mujer no puede parar de balancear el torso sentada en su butaca. Historias de taxi, Dime que no, Cómo duele, Cuándo, Te conozco, Tu reputación, Señora de las cuatro décadas, con una de ellas invitada al abrazo, el taburete y la dedicatoria en el bar de la escena, donde los sueños se hacen realidad.

Acompáñame a estar solo, Sin ti, sin mí, Desnuda fueron las elegidas para abrir la noche. Recién ahí llegó el primer saludo, casi media hora después del arranque, con la apelación directa a la interacción. “Estamos para lo que se les dé la gana. Manifiéstense”, pidió el artista y no hizo falta que insistiera. Las chicas habían ido por todo. Para ellas, Pingüinos en la cama, Sin daños a terceros, Mujeres. Con nada menos se volverían a casa, poco después de la medianoche, ya con todas las carrozas convertidas otra vez en calabazas. Pero qué enamoradas.

Tres momentos

La voz en off. El show comenzó con 5° piso, luego de que la voz en off de Ricardo Arjona se manifestara en la oscuridad. En ese instante, su humanidad aún no había pisado tablas. Venía en camino en una van.

Lo que les venga en gana. Palabras más, palabras menos, ése fue el mensaje de Arjona para sus fieles. “Manifiéstense”, les ordenó.

Trovador urbano. La escenografía recreó a un barrio bohemio, con edificios, bar y lavadero.

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