lunes, 16 de noviembre de 2009

Todo Arjona

El show del cantante guatemalteco fue seguido por más de 10.000 personas en Trelew. Todos los detalles de un espectáculo impresionante.
1 - Un espectáculo de primer nivel fue el que ofreció Ricardo Arjona. Se montó una ciudad con cielo estrellado. Al igual que el cielo de Trelew, que recibió a miles de damas.
2 - Beatriz Munizaga, la docente privilegiada que fue invitada por Arjona a subir al escenario. Le cantó «Señora de las cuatro décadas». Pico de emoción en el mega recital.
3 - Un público conformado mayormente por mujeres colmó hasta el delirio la cancha del Racing Club. El cantante Ricardo Arjona emocionó.
4 - Las chicas llevaron carteles y pancartas con lindos mensajes para Arjona. También pusieron sus lugares de residencias. Ositos de peluche
5 - Las chicas de platea y popular pusieron ritmo, simpatía y bullicio en la previa del recital. Llegaron de distintas latitudes.

DIEZ MIL PERSONAS DE TODA LA PATAGONIA DISFRUTARON DEL SHOW: (Por Zulma V. Díaz).- A las 22:20 del sábado la espera llegó a su fin. Luego de tantos meses de anunciada su presentación, luego de contar las horas, luego de la vigilia que desde horas tempranas comenzaron las chicas con entradas populares, recién a esa hora, con un cielo estrellado y sin una mota del acostumbrado viento patagónico, apareció en un escenario imponente convertido en una ciudad, el intérprete guatemalteco Ricardo Arjona.
Deslumbró, gustó y enamoró a un poco más de diez mil personas que hicieron temblar la cancha del Racing Club. Si bien el artista fue la principal atracción, no menos deslumbrante fue todo su entorno: músicos de Cuba, México y Brasil, sonidistas de distintos puntos del mapa, operadores, editores, iluminadores. Un show que llenó de prestigio nuestra ciudad.

DE TODA LA PATAGONIA
Mujeres de todos los puntos de la Patagonia se dieron cita en el recital de Arjona. Quienes llegaron de latitudes más lejanas fueron las chicas de Puerto Deseado (Santa Cruz) y las de Buenos Aires; también vinieron chicas de El Bolsón (Río Negro); de Caleta Olivia (Santa Cruz) y de todos los puntos de la provincia.
Unas diez mil personas colmaron el estadio. Se estima que unas 5.800 sillas se ubicaron en el césped, y era incontable el número de mujeres ubicadas en las plateas y en las populares. Fueron éstas quienes más calidez, más alegría y más buena onda estamparon en la previa del recital. Muchas estuvieron desde las 17 del sábado, a la espera de que se abrieran las puertas.

EL EXTERIOR
Un espectáculo pocas veces visto fue el que se presentó en la Rotonda «5 de Octubre»: un incesante tránsito de automóviles después de las 20 generó algunos inconvenientes pese a los controles, que resultaron insuficientes, porque se habilitó un solo carril, sobre la Ruta 25, para el ingreso al estadio.
Mucha gente optó por bajarse en la rotonda del Club Huracán y caminar desde allí, debido al embotellamiento generado.
Micros y vehículos circulaban muy al borde de la banquina donde se ubicaron vendedores ambulantes, los locales y quienes acompañan en la gira a Arjona y recorren cada ciudad con todo el merchasinding (sombreros, bandanas, vinchas, posters, fotos, cancioneros, remeras, musculosas, ornamentación flúo y pañuelos, entre mucho más).

CINCO PISOS
Cuando apareció el bellísimo intérprete, alto, bronceado, vestido de negro (jeans y zapatillas), luciendo una media cola en su cabellera ondulada y vestigios de una afeitada no reciente, los gritos se multiplicaron y empezó a sonar «Quinto piso», interpretado por Arjona y por el público.
Así se fueron sucediendo las sorpresas en los cinco pisos de la escenografía, donde se mezclaron humo, imágenes en las cinco pantallas gigantes dispuestas, recortes de videos, sonidos de mar o viento, noche estrellada, madreselvas, un bar, un semáforo... Y el efecto de la nieve sobre el final, cuando cantó «Pingüinos en la cama», que cuenta la historia de una pareja que cae en la rutina y la distancia los separa, estando más de treinta días «sin tocarse».

LAGRIMAS Y DELIRIO
La emoción ganó a muchas mujeres cuando Arjona entonó sus baladas clásicas. Un seductor nato, interactuó con el público seduciendo a hombres y mujeres por igual.
Porque habló, por ejemplo, de por qué los hombres a la hora de la conquista mienten. Y por qué las mujeres les creen. Habló de las viejas cartas de amor hoy sustituidas por los e-mails.
«Gracias Trelew», dijo Arjona, recordando su visita allá por el año 1995. «¿Qué les hice yo de malo a ustedes para que pasaran tantos años hasta que me volvieran a invitar?», preguntó.
Las mujeres arrojaron ositos de peluche, prepararon incontables carteles con diferentes leyendas y muchas llevaron ropa interior para arrojarla al escenario pero, por la distancia, no pudieron cumplir con este cometido.
Una señora de primera fila, llevó una gomera. Desde allí arrojó sus prendas, que fueron a dar al escenario, siendo levantadas por uno de los músicos de Arjona.

CUANDO...
Quien escribe este artículo tuvo el privilegio de estar muy cerca del artista cubriendo el espectáculo y observando el fanatismo de las chicas, de todas las edades, que se hermanaron en el marco de este recital donde hubo abrazos, lágrimas de emoción y alegría, solidaridad («¿no me podés prestar pilas que se me agotaron?» o «¿no nos podés sacar una foto?» o «ayudame a subir a la silla»); hubo una mezcla generacional: abuelas, madres, hijas, niñas, adolescentes. Novios y maridos, en menor cantidad por supuesto, acompañaron a las chicas, aunque mayormente las féminas concurrieron solitas a disfrutar del ídolo.
«Cuando fue la última vez que te quisieron tanto?», preguntaba Arjona mientras todas deliraban. O «el punto exacto donde explotas al amar» o «realmente no estoy tan solo, ¿quién te dijo que te fuiste?» o «me instalé en el mes de enero, afuera es abril».
Y terminó dos horas después rindiendo un homenaje a las buenas amantes «si el pasado te enseñó a besar así». Luego, para todas las damas, cantó «Mujeres».
Poco después de la medianoche, dejando un tendal de suspiros, se despidió. Se asomó a una de las ventanas de los cinco pisos y dijo: «Hasta siempre Trelew»; con la promesa de volver.

Beatriz, la elegida

Beatriz Munizaga, una docente sanjuanina oriunda de Jachal, que reside desde hace dos años en Playa Unión, se convirtió en la mujer más envidiada de la noche. En un paneo efectuado por parte del equipo de video de Arjona, éste la pudo observar desde el escenario y convocó a la dama, que estaba junto a su marido en la platea. Beatriz subió al escenario. Arjona la tomó del brazo, la ubicó en una silla y se sentó a su lado. Allí le cantó «Señora de las cuatro décadas» para delirio de una multitud que, con fervor, acompañó la conocida canción. Mientras tanto, se proyectaban imágenes de otras mujeres del público que estuvieron desde horas tempranas esperando por Arjona. Este fue uno de los momentos más emotivos de la noche. Beatriz tiene 42 años. Es maestra de la Escuela 190 de Playa Unión y realiza una suplencia en la Escuela 20 de Rawson. «Recién el sábado a la tarde le pedí a mi marido ir a ver a Arjona. Ya no había entradas y compramos las de 150 pesos, ahí en la cancha. Todavía no lo puedo creer. Estoy muy feliz», dijo Beatriz. Su marido, Roberto Soto, celebró con ella este momento.

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